Todas las batalles políticas comienzan y acaban en el lenguaje, pero pocas veces puede observarse con tanta claridad como en la batalla sobre el impuesto de patrimonio la importancia de las palabras. “Andaluces, bienvenidos al paraíso”. Así saludó en Twitter Isabel Díaz Ayuso el anuncio del presidente de Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla, de suprimir el impuesto de patrimonio mientras invitaba a los empresarios catalanes a huir del “infierno fiscal” en que viven. En realidad, este impuesto solo lo paga una exigua minoría de ciudadanos, los más acaudalados, y dentro de ellos, los que no pueden hacer elusión fiscal. Pero lo que buscan los dirigentes del PP con este discurso tan estridente no es abrir un debate racional sobre cuál es el mejor modelo fiscal para la actual coyuntura, sino reforzar un imaginario colectivo en el que el pago de impuestos sea percibido como una opresión que atenta contra la libertad e impide la prosperidad. Lo que busca es crear una narrativa contraria a la progresividad fiscal y propicia a las rebajas de impuestos.
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