El guía de la nueva derecha no es Trump, sino El Fary. Para la corriente de pensamiento que nutre a Vox, pero también para algunos (y algunas) en el PP, la izquierda es lo mismo que el hombre que llevaba la bolsa de la compra y el carrito del niño era para El Fary: “Blandengue”. Frente al pétreo estoicismo de quienes toman cañas en una pandemia, no ven pobres en las calles y piden a los familiares de los fallecidos en las residencias de Madrid y a los descendientes de los abandonados en las cunetas de la Guerra Civil que pasen página, la izquierda es quejica. La empatía con los que padecen es una debilidad, una fisura en la armadura moral que todos deberíamos llevar bien puesta.
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