El primer duelo, el pasado 6 de septiembre, estuvo precedido de una expectación periodística que ni el clásico de La Liga. A la espera de que Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo saltasen al ring, las horas se consumieron conjeturando estrategias y posibles zonas de combate. El Senado, esa institución de vida más bien fuera de foco, parecía resucitado entre el jolgorio de cámaras y la avalancha de invitados. “Hasta fue noticia una foto con la portada del discurso de Feijóo”, ilustra un asesor del presidente del PP. Días después, el CIS hizo una encuesta exprés sobre el derbi bipartidista: solo el 21% respondió que se había interesado por él.
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