Algunos políticos piensan que perder los papeles es la mejor forma de hacer su papel. Por eso se comportan de manera primitiva y llaman la atención, empeñados en demostrarnos que el Pleistoceno goza de actualidad. Su homenaje permanente a los neandertales es una forma singular de ejercer la memoria. Se olvidan de las víctimas del franquismo, pero añoran las pinturas rupestres. Confundir el Congreso de los Diputados con una caverna puede entenderse como un modo de cabalgar sin estribos o de perder el oremus. Sin embargo, la experiencia política me dice que es una manera estudiada de llamar la atención, un modo de representar su papel. Que suponga un grave deterioro para la política democrática importa poco a los que quieren hacer negocios sin ningún tipo de regulación o a los que han decidido defender sin máscara el autoritarismo. La falta de leyes se da la mano con la ley del más fuerte.
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