Anjila Hamidi escapó de Afganistán con 33 años y embarazada de seis meses. Era abril de 2022, habían pasado ya ocho meses desde que los talibanes habían tomado el poder y obligado a huir a decenas de miles de personas, especialmente mujeres y colaboradores de países extranjeros. Ella y su marido, los dos fiscales, estaban incluidos en la lista negra del nuevo régimen. Para huir vendieron todo lo que tenían de valor y atravesaron la frontera de Irán en su coche. Ya no había marcha atrás. El 20 de junio, el matrimonio y sus dos hijos de dos y siete años aterrizaron en Barajas gracias a un salvoconducto que les facilitó la embajada española. Anjila sabía que lo que tenía por delante no iba a ser fácil, pero nunca se imaginó que las condiciones de su acogida en España iban a empujarla, ocho meses después, a pedir formalmente que les devuelvan a su país.
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