Mohamed, marroquí de 21 años, no para de subir videos a TikTok. Ambienta con música árabe las imágenes de dos máquinas excavadoras que recogen escombros. Son los restos del que era su hogar hasta hace unos días, el asentamiento Walili. Este poblado chabolista fue derribado el lunes por el Ayuntamiento de Níjar (Almería, 26.126 habitantes) con el apoyo de una orden judicial y un gran dispositivo policial. La mayoría de sus 500 vecinos se quedaron sin techo. Y, como él, se han mudado al medio centenar de campamentos similares existentes en la comarca, donde malviven unas 3.000 personas. “La vida es difícil, pero no hay papeles, no hay vivienda. No tenemos otra opción”, afirma Mohamed, que trabaja en un invernadero sin contrato por cinco euros la hora.
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