El 14 de febrero nada hacía presagiar la tormenta que estaba a punto de desatarse en el PSOE. La jornada transcurría con las discrepancias en la coalición de Gobierno sobre la reforma de la ley del solo sí es sí hasta que, poco antes del mediodía, un diputado canario con escasa relevancia parlamentaria, Juan Bernardo Fuentes Curbelo, abrió a los socialistas un frente inesperado con su implicación en la trama corrupta del caso Mediador. Fuentes Curbelo ha pasado en menos de dos semanas de ser un desconocido para la mayoría de sus compañeros de escaño a que los españoles le conozcan como el Tito Berni tras su imputación por los delitos de cohecho, falsedad documental, blanqueo, tráfico de influencias y pertenencia a organización criminal en una operación en la que han sido detenidas una docena de personas. El PSOE pone este caso como un ejemplo de la rapidez y contundencia contra la corrupción con la que actuó en el mismo día de San Valentín: en menos de ocho horas suspendió de militancia a Fuentes Curbelo y forzó su renuncia al acta de diputado. El número tres del PSOE, Santos Cerdán, se lo exigió en un tenso encuentro cara a cara: “Nos aseguran que hay fotos comprometidas”. Fuentes Curbelo se resistió: “Eso es falso, injusto, no hay nada”. Pero Cerdán, secretario de organización del Partido Socialista, sentenció: “Que sepas que estamos tramitando tu expulsión del partido”.
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