Sánchez Gordillo se va, Marinaleda se queda igual

Con una felpa sujetando su melena blanca, Antonio Martín, de 57 años, cuenta que en su primera huelga de hambre tenía 13 años. Estaba en el colegio y no comió durante dos días. “Qué duro fue”, recuerda. Aquello sucedió a principios de los años 80, cuando el entonces presidente de la Junta de Andalucía, Rafael Escuredo (PSOE), impulsaba la reforma agraria. De aquel entonces es cuando tiene recuerdos de las ocupaciones de la finca El Humoso, propiedad del duque del Infantado y cuyas tierras reclamaron los vecinos de Marinaleda (Sevilla, 2.577 habitantes en la actualidad) para trabajarlas. Todas aquellas reivindicaciones estaban lideradas por quien ha sido el único alcalde en democracia del municipio, Juan Manuel Sánchez Gordillo, de 74 años, al que Martín, de la saga familiar de los Camilos, siempre ha votado. No podrá hacerlo en mayo porque el regidor ha renunciado a volver a presentar su candidatura. “Lo vamos a echar de menos”, dice en la puerta del Sindicato de Obreros del Campo, epicentro de la actividad política local y en cuya entrada se puede leer “otro mundo es posible”.

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