El valle donde se emplaza la población de Olba es una maravilla de la naturaleza. Está rodeada de altas montañas pobladas de bosques de pinos entre las que discurre el río Mijares. Este entorno privilegiado se ha salvado de la quema por un “milagro”, según Juan, porque “el viento cambió en el último momento”, sostiene Manuel, o porque “sopló en otra dirección”, en palabras de Teresa. Los tres vecinos de esta localidad turolense de 280 habitantes (entre ellos, 52 niños) coinciden en reflexionar sobre la fragilidad de su entorno. El domingo por la tarde pudieron regresar a sus casas, tras ser desalojados el pasado jueves al declararse el incendió que lleva cinco días vivo en la cercana población castellonense de Villanueva de Viver. Las llamas, empujadas por el Poniente, se están cebando en el frente de Castellón y han dado un respiro vital al frente aragonés.
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