Es un clásico de las noches electorales de autonómicas y municipales: “No hay que extrapolar estos resultados, cada elección es diferente”. Las cúpulas de los partidos se esfuerzan en las primeras horas en asegurar con firmeza que nada cambiará, que un mal resultado local no tendrá consecuencias nacionales. Pero lo cierto es que todas las elecciones locales de los últimos años han provocado terremotos políticos, y las del 28 de mayo no serán diferentes. Todo se va a orientar con ese resultado. Desde la recomposición del espacio a la izquierda del PSOE hasta las expectativas del propio bloque de izquierdas, en función de si se pierde o se conserva la Comunidad Valenciana; pasando por el propio PP, cada vez más inquieto con la caída en valoración de su líder, Alberto Núñez Feijóo, y la resistencia de Vox. Los partidos lo niegan en público, pero lo admiten en privado: el 28 de mayo reajusta todo.
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