En el distrito de la Libertad, en Melilla, uno de los fundamentos básicos de la democracia está amenazado: el derecho al voto. Porque en la ciudad autónoma el derecho al sufragio se compra y se roba, y hasta se extorsiona a su costa. Por las calles del barrio va de aquí para allá, en motocicleta, el cartero que tiene que entregar la documentación necesaria para ejercer el voto por correo. Su sombra es un agente de la Policía Nacional, también en motocicleta, que no le pierde de vista ni un segundo. La escena transcurre en la tarde de este jueves, la primera jornada sin asaltos a los funcionarios de Correos, después de cinco ataques, violentos, a otros repartidores en los días previos. Unos sucesos que llevaron a la Delegación de Gobierno a reforzar la seguridad con agentes de la Guardia Civil y de la Policía Local para que todo cartero fuera escoltado. Detrás de estas sustracciones el drama va mucho más allá.
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