El PSOE se estrella en municipios y autonomías pese a que su pérdida de votos fue discreta en muchos territorios

Pedro Sánchez ha resistido la tentación, jaleada a lo largo de la legislatura por los sectores más críticos del PSOE con Unidas Podemos, de romper la coalición de Gobierno. El presidente siempre tuvo claro que necesitaba a su lado a la izquierda a la izquierda del PSOE. Aunque fueran unos socios mal avenidos. Sánchez aguantó las presiones de los barones incluso a principios de año, cuando todo el escalafón del socialismo era un clamor contra la negativa de Unidas Podemos a reformar la ley del solo sí es sí para atajar la rebaja de condenas y excarcelación de delincuentes sexuales. La razón era puramente pragmática. El secretario general de los socialistas era plenamente consciente de que su reelección dependía no solo de la fortaleza del PSOE, sino también de todo ese espacio que Yolanda Díaz aspira a liderar en unas negociaciones exprés con Podemos. El 28-M dejó claro hasta qué punto el poder territorial de los socialistas estaba condicionado por la supervivencia de Podemos y sus confluencias. La consecuencia de su desaparición en los Parlamentos de la Comunidad Valenciana —donde tenía 8 escaños— y Canarias (4) fue inmediata: Ximo Puig y Ángel Víctor Torres perdieron automáticamente la presidencia de esas comunidades. El resultado fue especialmente doloroso para el presidente valenciano, que logró 54.000 votos más que en 2019 (y 4 escaños a costa de Unidas Podemos), elevando el porcentaje de voto del 23,87% al 28,35%.

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