Vox y Bildu provocan mucho rechazo social, a veces repugnancia. Y también alguna aceptación. Son datos que la democracia debe manejar. Para encauzar sus aristas, o achicar su influencia. Pero hay que distinguirlos, pues el dilema que plantean como piezas de alianzas gubernamentales opuestas es de distinta naturaleza: de socio o de apoyo.
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