La coletilla populista del antisanchismo funciona como un cubo donde arrojar cualquier malestar: no importa tanto el programa alternativo, como el revanchismo de ir a la contra. La pregunta es si la izquierda todavía puede hacer algo que no sea resignarse. El 23-J irá de algo más que de la cesta de la compra o la hipoteca. La derecha está hipermovilizada porque la fibra identitaria ha calado muy hondo, como se vio el 28-M.
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