La gran mayoría de nuestra derecha intelectual ha normalizado ya los pactos con Vox. Esta vertiginosa naturalización quizás tenga que ver con que, en el fondo, comparten un mundo común relacionado con esa “corrección patriótica” de la que habla Robert Hughes en La cultura de la queja, una suerte de reacción a la “corrección política” que les identificaría como parte de una misma tribu. La otra causa sería el desplazamiento populista de la política al plano moral, donde se demoniza a un adversario común impidiendo que haya una verdadera rendición de cuentas. El ejemplo paradigmático de esta moralización estaría en la noción “sanchismo”: al compartir la reacción antisanchista, PP y Vox levantan un muro que los homogeniza.
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