Pendientes de la amabilidad de los extraños

Hay lunes en que sería mejor no empezar la semana. Esta ha sido una especie de reflejo inverso de la anterior. La otra empezó fatal para Pedro Sánchez con el cara a cara del lunes 10 y se le hizo muy cuesta arriba. Pero esta le ha ido mal a Alberto Núñez Feijóo, que también el lunes 17 tuvo su discusión sobre las pensiones con la periodista de TVE Silvia Intxaurrondo, y se ha pasado la semana remontándose a sí mismo. También se han dado la vuelta los papeles: Feijóo empezó acusando a Sánchez de mentiroso, y ahora se lo dicen a él. Le acusaba de soberbio y arrogante, pero el plan en el que se puso con Intxaurrondo, perdonándole la vida, recordó al Aznar más borde y descubrió un talante mucho menos majete del que se pensaba: “Revise sus datos”; “usted va a comprobar lo que yo le digo”; “parece ser que alguien está equivocado y me da la sensación de que es usted”. Por no hablar de las amenazas a TVE de Esteban González Pons, que en una paradoja más de la campaña, es vicesecretario de Acción Institucional: qué manera de actuar con las instituciones (y menos mal que no es el secretario, solo el vice). Esa sensación que transmite Feijóo de que va sobrado y cree que ya ha ganado aumentó con su ausencia en el debate del miércoles o, en sus palabras, el “pseudodebate”. Es como si ya solo esté esperando a ver quién es el segundo. Por último, Sánchez venía de rehuir entrevistas y preguntas incómodas, pero se tiró a bomba en la campaña, y al final ha sido Feijóo el que las ha temido.

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