A Pedro Sánchez se le apareció Carles Puigdemont de madrugada: España se arroja a un escenario probable de “o Junts, o repetición de elecciones” en las próximas semanas. El problema es que el fracaso de ERC en los comicios municipales y generales da ahora alas a los junteros para llevar al PSOE hasta la agonía en sus exigencias negociadoras. El independentismo tiene difícil saltarse su promesa de no investirle “a cambio de nada”. Es el trago amargo en la carambola electoral del superviviente Sánchez: podría reeditar con facilidad un “nuevo Frankenstein”, si no fuera por el enfado en una parte del independentismo al creer que otra “mesa de diálogo” sería estéril. Esto explica el desgaste de ERC en esta legislatura, al haber obtenido unos indultos con que salvar a sus líderes de la cárcel, pero ningún referéndum de autodeterminación, como siguen reclamando muchos ciudadanos. Y la prueba definitiva se apreció este 23-J, con la pujanza del PSC, en parte por la campaña abstencionista orquestada por corrientes afines a la ruptura como símbolo de protesta.
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