Uno de los jeeps de la Novena Compañía de la División Leclerc, compuesta casi exclusivamente por republicanos españoles, fue bautizado con el nombre de Mort aux cons, que me resigno a traducir como “Muerte a los necios”. No es improbable que dicho lema fuese una respuesta al más tristemente célebre “Muera la inteligencia” que Millán Astray vociferó en 1936. Y es que, por debajo de la codicia, la crueldad, la banalidad y demás fuentes de la barbarie, se halla la capa freática de la necedad. De ahí que las guerras de religión fuesen anunciadas por el Elogio de la locura, de Erasmo de Róterdam; el triunfo del nazismo, por el Sobre la estupidez, de Robert Musil; y la revolución neoliberal de Margaret Thatcher y Ronald Reagan, por Las leyes fundamentales de la estupidez humana, de Carlo M. Cipolla. ¿Acaso deberían preocuparnos las reediciones de estos libros y la reciente publicación de La imbecilidad es cosa seria, de Maurizio Ferraris?
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