Liberal es una palabra muy liberal en sí misma, que admite una elasticidad enorme de significados, acepciones y matices. Tan liberal se siente un izquierdista norteamericano como un banquero. Sirve para escribir la sinopsis de Camino de servidumbre, de Friedrich Hayek, y para calificar la actitud desinhibida de Salma Hayek en Abierto hasta el amanecer. Sirve como insulto y como halago, y por eso es un comodín para hablar de las cosas que no son ni chicha ni limoná y se presentan en el cuarto estado de la materia, que es el fofo. El tinto de verano o la cerveza sin alcohol serían liberales, como al parecer lo era Iván Espinosa de los Monteros en Vox. Ser liberal en España significa que tu cuadrilla no sabe qué hacer contigo: liberal es quien no quiere pagar la cuenta del restaurante a medias porque solo pidió una ensalada y un vaso de agua.
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