Robert Czik iba cada mañana a desayunar a la misma cafetería de Puerto Banús. Parecía un ciudadano normal y corriente, pero no lo era. Bajo sus gafas de sol se escondía la mirada de uno de los delincuentes de cuello blanco más importante de Polonia. Czik, de 44 años, dirigía un grupo criminal dedicado a blanquear grandes sumas de dinero sucio. Tras fugarse de su país hace unos años, decidió esconderse en Marbella, destino habitual de fugitivos de la justicia, donde llevaba una vida discreta hasta que la policía dio con él hace unas semanas y lo puso a la sombra. “Muchos viven aquí todo el año, pero en verano viene la familia de visita y nos conducen hasta ellos, por lo que en esta época aumentan las detenciones”, admite Fernando González, uno de los policías que busca y detiene en España a estos prófugos de la justicia.
España preside la Red Europea de Fugitivos
En los años 90, cuando desaparecieron las fronteras en Europa, los delincuentes que querían escapar de la justicia empezaron a tener más facilidad de movimiento. Se desató una avalancha de peticiones de colaboración entre países para buscarlos. A partir de entonces, «España se configura como una especie de coworking criminal, un buen sitio para hacer negocios donde empiezan a venir criminales de todas partes del mundo”, sostiene González.
En el año 2004, cuando entra en vigor en España la Orden Europea de Detención y Entrega, se creó el Grupo —formado inicialmente por cinco personas— de Localización de Fugitivos en España para atender esa avalancha de peticiones. Actualmente existe una red nacional: en cada provincia hay un punto de contacto especializado en este campo. “Normalmente, son grupos de Crimen Organizado que hacen sus investigaciones y cuando nosotros [la unidad central] necesitamos un apoyo son a los que nos dirigimos, el propósito es la rapidez”, subraya González.
En el 2010 se creó la Red Europea de Fugitivos (Enfast) —que preside actualmente España— para mejorar la coordinación entre países.
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