Lo más fascinante del verano (políticamente hablando, se entiende) es contemplar cómo el Partido Popular va encontrándose con todas las piedras que creía que estaban ahí solo para que Pedro Sánchez tropezara en ellas. Era bonito mirar desde la barrera, criticar y reírse cuando el PSOE lo hacía, pero ese momento ha pasado. Ahora el propio PP avanza para atravesar el mismo río, se encuentra esas piedras (más los cocodrilos que se ha echado a la espalda) y no sabe qué hacer.
Sé el primero en comentar en «Querido Puigdemont»