Las caras lo decían todo: un festival de carcajadas, besos y abrazos en la bancada del Gobierno, frente a un funeral de muecas apesadumbradas en la del PP. Habían sido días de tensión y la alegría del Ejecutivo en funciones se desbordó el pasado jueves en la sesión constitutiva del Congreso. Todo les salió a pedir de boca. La izquierda logró que el independentismo catalán apoyase una Mesa bajo su control con la socialista Francina Armengol al frente, mientras la derecha se dividía. La jornada demostraba algo que no estaba tan claro hasta apenas unas horas antes: que Pedro Sánchez tiene opciones de disputar el partido para reeditar su mandato. Solo que lo más difícil empieza ahora. El presidente que se la jugó por los indultos a los líderes del procés o la reforma del Código Penal se enfrenta a una demanda más compleja aún: una solución jurídica para dar carpetazo al procés y evitar más encarcelamientos de independentistas. Eso a lo que Junts y ERC llaman sencillamente amnistía.
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