Contra la lengua común

La reforma exprés del reglamento que ha presentado el PSOE, con firmas de Sumar, Esquerra Republicana de Catalunya, EH Bildu, PNV y Bloque Nacionalista Galego, para que se puedan usar las lenguas cooficiales en el Congreso es un paso en la buena dirección. Que unas personas que tienen una lengua común decidan emplear las lenguas que no comparten —y que no comparten con muchos de sus representados— para conversar entre ellas es una muestra inequívoca de progreso. Pero es insuficiente. El diputado de Sumar Jorge Pueyo dijo que se debía hablar también en aragonés. Otros han pedido que se emplee el asturiano. De ser así, en los parlamentos autonómicos no se utilizarían esas lenguas pero en el nacional sí. Cosas más raras se han visto: un teórico del pluralismo reprochó a Salvador Illa que empleara en el Parlament la lengua cooficial y mayoritaria de la población de Cataluña; Alberto Núñez Feijóo habla una lengua cooficial, a diferencia el presidente Sánchez, adalid de la diversidad.

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