Una montaña de pinganillos

Algunas secuencias parecen hechas adrede para que las escriba Juanjo Millás. En esos casos, sus protagonistas, que lo saben de antemano, se disponen con el mejor ángulo para que el escritor les haga salir elegantes y firmes en su artículo de los domingos. Suele ocurrir al revés: que la vida produzca la foto primero y luego Millás la escoja y la describa, pero se dan ocasiones excepcionales en que aparece antes el artículo que su imagen. Sucedió este martes, por ejemplo, en el primer pleno del Congreso en el que se usaban las lenguas cooficiales del Estado. De este mismo Estado, según hubo que aclarar en vista de la escandalera.

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