Tres párrafos en euskera de Borja Sémper desde la tribuna del Congreso han revuelto al PP y a su entorno mediático. Compañeros de partido envían mensajes a sus periodistas de cabecera criticando su intervención en la Cámara en cuanto se produce. Consideran que ha sido un error táctico, una contradicción en plena campaña contra el uso de las lenguas cooficiales en el Congreso: “Nos ha sentado como una patada”. Los sherpas mediáticos de la derecha piden su cabeza al día siguiente. Federico Jiménez Losantos lo llama “chiquilicuatre”, “mediocre”, “modelito de serie B para provincias”; Francisco Marhuenda, director de La Razón, “pijoprogre”, “tío bueno”, “personaje fatuo y vanidoso”. El portavoz del partido, rescatado para la política por Alberto Núñez Feijóo el pasado enero, vuelve a ser el verso suelto del PP. Su desgaste, casi nueve meses después, sirve para explicar el hervidero interno en el partido que, tras cambiar de líder, ha vuelto al mismo sitio, incapaz de controlar la pugna entre sus dos almas, y, en concreto, a la escisión del ala más dura: Vox.
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