Se habla mucho de las desilusiones de la maternidad, del descubrimiento masculino de la paternidad como forma sublime de vivir y de un montón de cosas que van de la poesía a la psicología más ratonera, pero se insiste muy poco en uno de los aspectos fundamentales del hecho de ser padre: la negociación. Tener un hijo consiste en una negociación continua. Quien tenga hijos con alma litigante y vocación de tribuno, como es mi caso, se verá discutiendo eternamente sobre asuntos que no le importan pero que, por lo visto, son cruciales para la convivencia, el futuro y no sé cuántas cosas más. Para sobrevivir en ese clima, hasta los padres más dialogantes recurren al “ya veremos”. Es decir: se aceptan los términos del contrario, pero de forma vaga y ambigua. Los hijos picajosos no suelen comprar los “ya veremos” y exigen concreción, que se vea ahora lo que veremos, no sea que luego nos desdigamos. El refranero español replica así la frase: “Ya veremos, dijo un ciego y nunca vio”.
Sé el primero en comentar en «Ya veremos, le dijo el PSOE a Junts»