Alejo Vidal-Quadras, expresidente del PP catalán y fundador de Vox, guarda en su casa en una carpeta azul la lista mecanografiada de los 35 influyentes opositores iraníes en el exilio que en 2013 regaron en secreto al partido ultra con más de un millón de euros. El documento es un Excel que recoge los nombres, apellidos y cantidades aportadas confidencialmente por disidentes al régimen de la república islámica. Su dinero sirvió para pagar el alquiler, los ordenadores y muebles de la primera sede de la formación, en la madrileña calle de Diego de León; los sueldos de sus dirigentes, incluido el del líder, Santiago Abascal, que en 2014 ocupaba el cargo de secretario general; y financiar el 80% (800.000 euros) de la campaña al Parlamento Europeo de 2014.
La larga mano del régimen de la república islámica
La República Islámica de Irán ha desarrollado campañas de espionaje para llevar a cabo planes de secuestro y asesinato de disidentes políticos entre 1979 y 2021 en decenas de países, entre los que figuran Colombia, Chipre, Dinamarca, Dubái, Etiopía o Francia, según el director del programa de Contraterrorismo e Inteligencia de The Washington Institute, Matthew Levitt.
Levitt, que ha analizado 98 de estas operaciones secretas, recordaba en un artículo publicado en 2022 en el portal del instituto educativo Combating Terrorism Center (Centro de lucha contra el terrorismo, en inglés) que un tribunal belga condenó en 2021 al diplomático iraní residente en Viena Assadollah Assadi y a tres de sus cómplices por planear el bombardeo en julio de 2018 de la convención anual del Consejo Nacional de la Resistencia de Irán (CNRI) en París. Según los fiscales, Assadi no era un diplomático al uso, sino un agente de inteligencia “con cobertura diplomática” vinculado al Ministerio de Seguridad. Un departamento de la república islámica que, según el autor, está dedicado a “combatir a los opositores dentro y fuera de Irán”.
Otro ejemplo de estas operaciones relatadas por Levitt se desarrolló en junio de 2018, cuando los Países Bajos expulsaron a dos diplomáticos iraníes tras una investigación del servicio secreto holandés. La salida de los funcionarios se produjo meses después de que un activista iraní árabe fuera tiroteado en Ámsterdam.
En julio de 2021, las autoridades estadounidenses detectaron un plan para secuestrar a la periodista y activista pro derechos humanos Masih Alinejad, que residía en Nueva York. Sus captores planeaban llevarla a la fuerza a Irán “donde habría tenido un destino incierto”, según el fiscal estadounidense Audrey Strauss. Un tribunal de Nueva York acusó a cuatro ciudadanos iraníes —un agente de inteligencia y tres operativos de la misma red— de urdir el secuestro de esta escritora crítica con el régimen iraní.
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