Hasta que digas sí

Hubo un momento muy divertido en la votación de la sesión de investidura ―en realidad hubo varios, porque esas votaciones nos retrotraen al colegio, cuando nos tocaba leer en alto y al terminar mirábamos al de al lado en plan “guau”― que ocurrió cuando Isaura Leal pronunció el nombre de Redondo Cárdenas, Gonzalo y no contestó nadie. Y era, para colmo, socialista, o sea que no es de extrañar que tuvieran órdenes de decir “sí” antes de que se terminase de decir su nombre para evitar sobresaltos. Pues bien: Redondo Cárdenas, Gonzalo, olvidó que se llamaba así durante dos segundos, o tiene alma de guionista de thriller, o estaba en internet buscando cómo iba la votación, que eso pasa a veces: quieres saber cómo va tu equipo y la mandas fuera. Redondo Cárdenas, Gonzalo, repitió Isaura Leal a punto de fingir su voz como Javier Maroto en la falsa boda de Estela Reynolds (“sí, sí quiero”). Y saltó ya el diputado, apuradísimo ―se notaba en la sonrisa, cuando uno llega tarde riendo es porque está a punto de llorar―, para decir que sí, que él con Sánchez. La presión pasó entonces a Ione Belarra e Irene Montero, que no se aguantaban las ganas de decir “sí”, aunque antes José Zaragoza votó a favor de Sánchez haciendo un movimiento rarísimo con los dedos de la mano, como La Mesías de los Javis: deditos para arriba y para abajo a toda hostia como si estuviese recibiendo instrucciones divinas para dejarnos caer que Dios hablaba a través de él, que es lo que le faltaba ya a Pedro Sánchez: competencia.

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