Doce uvas o doce sapos

Por comenzar con una apreciación positiva: la palabra España está colándose en los discursos políticos y va adquiriendo el tono de normalidad que jamás debería haber perdido, porque lo único que se consiguió sustituyendo el nombre de nuestro país por el antipático término “Estado” fue conseguir que otros se apropiaran de lo que es patrimonio común e hicieran un catálogo rancio de sus esencias. España y los españoles, sin necesidad de estar diciendo a cada momento españoles y españolas, un tiquismiquismo que ralentiza los discursos sin llegar a sumar igualdad a la igualdad. Así que volvamos a situarnos en la España machadiana, aquella en la que caben todas las Españas, por volver al poeta que tan humorísticamente fue citado el miércoles en las Cortes. Hay que reconocerle a los cantautores que en un país en el que casi nadie cita a los poetas de memoria hayan conseguido que algo de la letrilla se nos haya quedado gracias a la música. La cultura googlelesca, como pudimos ver en la tribuna del Congreso, nos informa de los versos muchísimo peor.

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