“La calle es mía”, proclamó en 1976 el vicepresidente del Gobierno Manuel Fraga —le presidía el franquista Arias Navarro, el Carnicero de Málaga— tras la muerte de aquel general, y aún en pleno ejercicio de la dictadura. Así amenazó el (después) fundador del PP a Ramón Tamames, entonces dirigente comunista —antes de ataviarse de centrista y (luego) de hombre de paja de Vox—, con el objetivo de que los rojos no se manifestaran por las calzadas.
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