Si el Congreso de los Diputados fuera una tarta dividida en ocho trozos, al Gobierno de coalición le corresponderían algo más de tres partes. La suma de los 121 escaños del PSOE y los 26 de Sumar, que en diciembre perdió los cinco puestos de Podemos, concentra el 42% del total de miembros de la Cámara baja. Cuadrar las cuentas parlamentarias ya era complicado tras la investidura de Pedro Sánchez, pero la ruptura del partido de Ione Belarra con Sumar colocó a La Moncloa aún más en el filo de la navaja para sacar iniciativas legislativas adelante. Una perversa ecuación que se constató el miércoles, durante el superpleno en el que uno de los tres decretos que el Gobierno pretendía convalidar decayó por el voto en contra de Podemos en el primer gran examen del nuevo curso político. Y tras un agónico proceso de negociación tanto con los de Belarra como con Junts, culminado a última hora y en los mismos pasillos del Senado.
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