Manuel García se remonta a 2019 para hablar del “problema de inseguridad” que arrastra su pueblo, Calella (Barcelona). Habla de peleas multitudinarias en las que estaban implicados menores migrantes no acompañados y de una sensación creciente de descontrol. “El Ayuntamiento decía que era una percepción nuestra pero, al final, nos ha dado la razón”, defiende el vecino de esta población de la costa barcelonesa que en los años sesenta fue pionera en el turismo de masas y que ahora intenta reposicionarse como puede ante la dura competencia. García es miembro de la asociación de vecinos Calella Centro y sostiene que en las calles de esta población de 18.000 habitantes (18,5% de ellos nacidos fuera de España) no se habla de otra cosa que de inseguridad. Y no duda en señalar que “siempre” se relaciona esa percepción con un único fenómeno: la inmigración.
El votante de Junts considera que hay «demasiada inmigración”
El pasado noviembre, el barómetro del Centre d’Estudis d’Opinió (CEO), el CIS de la Generalitat, reveló que el 64,5% de los votantes que se declaran simpatizantes de Junts consideran que hay “demasiada inmigración”. El 66,3% de los votantes postconvergentes creían, además, que el Gobierno ha “perdido el control” de quién entra en el país.
En el resto de partidos la sensibilidad sobre la materia es la siguiente: el 50,8% de los votantes de ERC creen que hay demasiada inmigración, mientras que en el PSC son el 64,3% quienes así piensan, en el PP el 85,3%, y en Vox el 92%. Los Comuns se encuentran en el otro extremo. El porcentaje de los que juzgan excesiva la presencia de inmigrantes es del 21,1% y de un 21,2% entre quienes apoyan a la CUP.
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