Esta es la historia de un pequeño centro médico de una pequeña isla que nunca había tenido tantos pacientes. La incesante llegada de cayucos repletos de migrantes a El Hierro ha cambiado muchas de las dinámicas del único hospital de la isla y deja huella en su personal sanitario. El salón de actos es ahora una gran habitación para atender a hombres, mujeres y niños que tocan tierra deshidratados y heridos tras una travesía por el Atlántico que, a veces, se prolonga más de semana. También se ha transformado el pasillo, donde han instalado tomas de oxígeno. Un “cayuco malo”, como lo llaman los médicos, puede traer en una sola noche 16 heridos de gravedad, una emergencia colosal en un hospital con apenas seis boxes para urgencias.
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