El lunes pasado, vivimos una jornada brillante. El periodista italiano Mario Calabresi nos visitó para debatir en la Institución Libre de Enseñanza sobre la banalización de la cultura popular. Teniendo como referencia a Silvio Berlusconi, pionero de un populismo bendecido por la televisión, nos preguntábamos cómo hemos llegado hasta aquí, a un tiempo en que se confunde lo popular con lo masivo y hay una rendición del espíritu crítico ante quien vende más libros, llena estadios o reina en la competición televisiva. Si hubo un pasado en que las críticas ponían el acento en la calidad ahora se han rendido a la cantidad porque ya se sabe aquello de las 100.000 moscas. Berlusconi se ríe desde su tumba: aquel momento en el que el simpático líder se presentó como referente aspiracional para la gente del pueblo prometiendo bajar impuestos y aumentar la diversión, resumió el programa político que se ha replicado en el universo mundo.
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