En las cuatro comarcas del sur de Cataluña que configuran el área de las Terres de l’Ebre están censadas 185.000 personas, según el Instituto de Estadística (Idescat). Existen cinco ciudades catalanas, L’Hospitalet, Terrassa, Badalona y Sabadell, además de Barcelona, que por sí solas tienen más habitantes que toda esta región meridional, en ocasiones bautizada como la quinta provincia. El discreto peso poblacional que representan quienes residen en las cercanías del tramo catalán del río Ebro nada tiene que ver con el esmero por no contrariarles que ponen los partidos políticos que aspiran a gobernar la Generalitat. Al menos, cuando se trata de hacer declaraciones públicas y de revelar posicionamientos sobre cuestiones controvertidas. En este sentido, el agua y la protección del río y del delta son temas de alto voltaje social. También es un asunto muy sanguíneo los bous, las fiestas callejeras con toros. El debate sobre si hay que prohibirlos o no abre llagas dentro del independentismo, que tiene en el sur un buen granero de votos. La demarcación de Tarragona aporta 18 diputados al Parlament, y el Ebre obra de contrapeso independentista al tirón que han tenido PSC, Ciutadans o Vox en Tarragona, Reus, Salou y Vila-seca.
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