Cuando Gregorio Martínez despertó, después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama transformado en un aborrecible escarabajo. Tocaba votar en las elecciones europeas y, sin embargo, era incapaz de moverse para acudir a las urnas. Todo a su alrededor le era familiar, la cama, la habitación, la luz que entraba por las ventanas. Pero su cuerpo parecía haber adquirido el caparazón de un horrible insecto.
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