Estos días he estado pensando en esas películas con escenas de boda en las que de pronto alza la voz una antigua novia, aparece un hijo no reconocido o le da un tabardillo a una tía lejana, y se llevan el protagonismo de la ceremonia. Suelen ser escenas previsibles y a menudo sobreactuadas: carne de malas comedias y dramas de serie B. Pero sirven de lucimiento a algunos actores.
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