El martes 29 a las 17.25 el sensor de caudal de agua en la Rambla del Poyo detecta una superación del umbral de seguridad —fijado en 150 metros por segundo (m³/s)— y, en pocos minutos, se suceden registros increíbles que avisan de la llegada de una riada monstruosa. Poco antes, a las 17.00, ha comenzado la primera reunión del día del Centro de Coordinación Operativo Integrado (Cecopi), convocada sin ninguna prisa por la Generalitat con representantes del Gobierno central y otros organismos implicados, en la que se habla sobre todo de los ríos Magro y Júcar, y del riesgo de rotura de la presa de Forata, en la misma provincia de Valencia, pero no se comenta nada de la situación de la alerta activada por el riesgo de crecida en el barranco. A esta reunión llega mucho más tarde el presidente valenciano Carlos Mazón, al que habrá que explicar de nuevo qué está ocurriendo. En el momento que se presenta, hace ya mucho tiempo que la crecida supera valores espeluznantes de 2.000 m³/s. Con todo, los servicios de Protección Civil dependientes de la Generalitat no envían una alerta a todos los móviles hasta aproximadamente las 20.00.

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