Pedro Sánchez es un político enamorado del efecto sorpresa. En casi todos los debates, reserva un anuncio estrella que marca la agenda y complica la reacción de la oposición, que no suele saber por dónde irá el presidente. Es una técnica que ha practicado durante casi toda la legislatura. Pero esta vez en el Congreso no hubo ninguno. La etapa de la vorágine legislativa del Gobierno, que según reivindica ha promovido 190 iniciativas legales, parece llegada a su fin.
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