La izquierda sospecha que algo anda mal, que tan popular no será su lucha contra la desigualdad. La prueba es que Pedro Sánchez ha dejado de hablar de vulnerables en sus discursos para referirse a las clases medias y trabajadoras. El giro llega ante un caldo de cultivo sobre que la izquierda sólo reparte ayudas entre los muy pobres, pero no crea riqueza para sacar a las clases medias de su precarización. Y eso explica por qué esa derecha despiadada para muchos crece en simpatía entre amplios estratos sociales, pese a su mantra liberal.
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