Pasqual Maragall fue investido presidente de la Generalitat hace ahora 19 años. Aquella conquista del PSC sesgó dos décadas de mandato de Convergència i Unió (CiU). El vuelco estaba dado. Marta Ferrusola, esposa de Jordi Pujol y ex primera dama catalana, expresó lo que implicaba aquel relevo en la Generalitat: “Es como si entran en tu casa y te encuentras los armarios revueltos, porque te han robado”. Desde ese momento, el peso del legado convergente se ha ido deshilachando de la mano primero de Artur Mas y luego de Carles Puigdemont, en paralelo a la pérdida de influencia y de poder que ha sufrido un bloque político que en tiempos fue abanderado de provechosas negociaciones con el Gobierno. La conocida estrategia del “peix al cove”, traducible por algo parecido al “más vale pájaro en mano”, quedó sepultada por una táctica basada en la confrontación y el desafío a las instituciones del Estado. El balance de réditos es escaso.
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