¿Cómo se siente un inocente cuando lo quieren destruir? ¿Cómo sufre cuando pretenden acabar con su carrera, con su honor, con sus aspiraciones? ¿Hasta dónde llega el dolor cuando el Tribunal Supremo convierte a la víctima en sospechosa? María Victoria Rosell (Murcia, 54 años) guarda la respuesta a todas esas preguntas. Una conspiración ha marcado los últimos siete años de vida de esta magistrada, actual delegada del Gobierno contra la Violencia de Género: un complot urdido por un compañero conservador, Salvador Alba, que aspiró sin éxito a puestos de poder en la carrera judicial y que, cuando ella dio el salto a la política con Podemos, se propuso hundirla para favorecer a José Manuel Soria, exministro de Industria del PP. “Buscaban matarme civilmente, que no pudiera ejercer la judicatura, ni de diputada. Y, si era posible, imputarme y condenarme con documentos falsos. E, incluso, meterme en la cárcel”, resume ella, apenas dos días después de que su verdugo entrase finalmente en prisión, el pasado martes.
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