Atenerse a la división entre ricos y pobres a la hora de analizar nuestra sociedad es una simpleza, tanto por la falta de esfuerzo intelectual como por lo facilón que resulta cualquier análisis sin matices. Hay muchas maneras de ser rico, pobre, autoengañarse, formar parte de la clase media, sentirse acaudalado con un patrimonio humilde o vivir con angustias menesterosas y un saldo notable en el banco. Deben tenerse también en cuenta los derechos cívicos, los servicios públicos, los contextos familiares, la seguridad laboral, las hipotecas y las propiedades. En fin, la diversidad resiste mal la simpleza de una división entre ricos y pobres.
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