Existe un género en las crónicas políticas al que llamo crónicas de estado de ánimo, que se detectan fácil por su titular: malestar en el Gobierno por tal asunto, malestar en la oposición por el contrario. Son crónicas de clima, hechas de fuentes anónimas las más de las veces, con lo que resultan imposibles de rebatir. Casi siempre. Una tarde, vino a gritos contra mí un secretario general que traía un artículo en la mano como si fuera una multa: “Esto que te dicen a ti los de mi partido no tienen los huevos de decírmelo a mí”. Testosteronas aparte, llevaba razón. Muchas de las fuentes anónimas que se prodigan en los medios son las que, llegada la hora, no se atreven a abrir la boca en los foros que los partidos reúnen a puerta cerrada con la jefatura presente. Repasemos, por poner un caso, el debate que hubo el lunes en la ejecutiva federal del PSOE por la controvertida reforma de la malversación. Notarán el silencio: malestar salvo alguna cosa.
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