El escenario es políticamente explosivo. A cinco meses de unas elecciones autonómicas y municipales decisivas, en las que el PSOE se juega casi todo su poder territorial, y en la autonomía más importante, porque es la más codiciada por el PP, la Comunidad Valenciana, se abre el riesgo de una nueva guerra del agua con el siempre polémico trasvase Tajo-Segura como centro de la disputa entre dos autonomías socialistas que se la juegan el 28 de mayo, Castilla-La Mancha, dirigida por Emiliano García-Page, y la valenciana, liderada por Ximo Puig. El Gobierno intenta a toda costa evitar que estalle esta guerra y la vicepresidenta tercera, Teresa Ribera, la máxima autoridad del Ejecutivo en este delicado asunto, hizo un ejercicio de pedagogía en la rueda de prensa tras el Consejo de Ministros en la que llamó a la calma y pidió expresamente evitar “una nueva guerra del agua” como las que partieron al PSOE y al PP en los años noventa y 2000.
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