Un carácter de acero bajo la eterna sonrisa

Manolo Veiga se casó el 20 de marzo de 1971. No tuvo luna de miel, ni luz eléctrica ni agua corriente en su noche de bodas. Él y su esposa fueron los primeros inquilinos de las 384 viviendas baratas en régimen de cooperativa que se levantaron en el barrio de San Valentín para los trabajadores de Astano, un astillero de la ría de Ferrol que por aquella época construía petroleros de hasta 300.000 toneladas y daba trabajo a más de 5.000 personas. “Las viviendas se fueron ocupando rápidamente”, recuerda Veiga, “también los bajos comerciales. Aquí teníamos de todo, supermercados, sucursales bancarias, farmacias, un estanco… Apenas unas semanas después de que el barrio se empezara a llenar nació la primera niña, Yolanda Díaz”.

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