España ha sufrido en los últimos años episodios de grave corrupción en las instituciones principales, con fulminantes consecuencias: la más notoria hizo caer al Gobierno de Mariano Rajoy por una moción de censura (julio de 2018), y la más sorprendente llevó a Juan Carlos I a abandonar España para instalarse en Abu Dabi (agosto de 2020) cuando era investigado por la Fiscalía Anticorrupción, una causa finalmente archivada. Pero estos hechos y otros parecidos no han servido de vacuna para curar definitivamente uno de los males más lesivos para la democracia.
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