La aprobación este jueves en el Congreso, por amplia mayoría, de la reforma socialista a la ley de Libertad Sexual o del solo sí es sí ha evidenciado la fractura en el seno del Gobierno y de este con sus socios parlamentarios habituales, así como la disputa sobre qué partidos son más o menos feministas. El debate final reprodujo, ya dentro del hemiciclo, los argumentos encontrados que se han repetido casi desde que en noviembre empezaron a verse crudamente los efectos indeseados de algunos artículos de esa ley, con cientos de rebajas de pena y excarcelaciones de delincuentes sexuales. El PSOE —que sacó adelante su propuesta con el apoyo de PP, Ciudadanos, PNV y varios grupos minoritarios— aprovechó para pedir a sus interlocutoras en el Ministerio de Igualdad y en Unidas Podemos menos “relatos” y más “rigor y responsabilidad”. La titular de Igualdad, Irene Montero, y la portavoz de UP, Lucía Muñoz, lamentaron esa alianza coyuntural del PSOE con el PP, calificándola de “marcha atrás” y “retroceso” en los derechos de las mujeres. Una posición que compartieron ERC y EH Bildu.
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