Una casa, otra, otra y otra. El cartero tiene que pararse en hasta cuatro viviendas de una misma calle en el barrio de Reina Regente, uno de los más desfavorecidos de Melilla, para entregar la documentación del voto por correo en la mañana de este jueves. Pero el funcionario no puede trabajar solo, dos agentes de la Guardia Civil acompañan al repartidor para evitar problemas. En lo que va de semana, más de 80 paquetes han sido sustraídos en cinco ataques coordinados. Los asaltos son solo la punta del iceberg de una trama de compra y venta de votos instaurada en la ciudad autónoma desde hace años. Una “mafia”, aseguran desde la Policía Nacional, que se ha recrudecido este 2023 en comparación con comicios anteriores, tanto en el volumen como en la virulencia de las acciones. Porque las elecciones municipales del próximo 28 de mayo se viven “a cara de perro” en la urbe fronteriza, ya que un puñado de votos puede decantar la balanza entre el PP y Coalición por Melilla. “Esto no pasa en ningún otro sitio de España. Es un misil en la línea de flotación de la democracia”, se lamentan fuentes policiales.
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