Cuando Alexander Betancourt decidió en 2019 montar su escuela de boxeo en el bajo de un edificio de Cáceres no se imaginaba que los ataques racistas de una vecina le obligarían a cerrar y mudarse a otro local. Este cubano, llegado a España en 2008, sufrió una campaña de hostigamiento que duró más de un año por parte de Yolanda G. V., una mujer que vivía en el mismo edificio. “Empezó tirándome basura por el patio interior”, recuerda Betancourt. “Después, al pasar por la puerta, me insultaba”. Y fue a más. Como mínimo, una vez a la semana, se presentaba en la escuela y le increpaba en presencia de sus alumnos (muchos, niños) y sus padres. “¡Negro de mierda!”, “¡Negro guarro y asqueroso!”, “¡Te voy a cerrar el local!”, le gritaba, según dictaminó la justicia, que condenó a la vecina en 2022 a un año y seis meses de prisión por un delito de odio.
Episodios racistas en el bar, en las tiendas, en el portal de casa…
Los afectados denuncian un racismo cotidiano —consciente o inconsciente, sutil o muy explícito (incluso con agresiones)— que se produce a diario en las calles, en los medios de transporte, en los bares, en las actuaciones policiales, en la Administración…
«China de mierda». Un juzgado de Terrassa (Barcelona) condenó a Christian B. C. a pagar una multa de 1.300 euros por el episodio que protagonizó en un bar de la localidad. Tras entrar en el local, «actuando de forma absolutamente gratuita y movido por el desprecio hacia las personas de origen chino», insultó a quienes se encontraban en el interior al grito de: «¡Chinos de mierda!», «¡Hijos de puta!», «¡A tu país!». A uno le propinó un puñetazo en la cara y cayó inconsciente; a otro, le golpeó en el costado en «repetidas ocasiones».
«Negra inmunda, vete a tu país». Alfonso R. L. insultó durante años a Francisca (nombre ficticio) cuando se cruzaba con ella en la calle o en el portal de casa, en Guadarrama (Madrid). «Negra inmunda, vete a tu país. Negra de mierda, miserable», le dijo, según probó la justicia. También, cuando se la cruzaba en tiendas: «¡Tenías que estar en la selva!». La Audiencia de Madrid lo condenó a un año de prisión en octubre de 2022.
«Nos están estafando, monos». Un tribunal de Valencia consideró probado que Salvador M. G. acudió en enero de 2022 al bar de su víctima a comprar tabaco. Según el agresor, la máquina se quedó un euro y se lo reclamó al dueño del local, que le dijo que tenía que dirigirse a la empresa propietaria de la expendedora. Pero Salvador reaccionó con insultos («Negro de mierda, te voy a matar»), mientras llamaba a la Policía. En presencia de los agentes, siguió con su ataque: «Negro de mierda, os vamos a tirar del barrio. Nos están estafando, monos», le decía a su víctima, mientras comentaba a los agentes que «cómo le trataban a él así siendo español y aquellos no». El tribunal le impuso seis meses de cárcel.
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